Martes:
Hoy lo volví a ver luego de varios meses, fue un poco extraño, si bien le di un fuerte abrazo, por todo este tiempo que lo extrañé como nunca, no pude darle el beso que tenia contenido en mis labios. Él me dio los regalos que había comprado para mí durante su viaje. Hablamos de nosotros y decidimos que lo mejor era volver a ser amigos, y de esa manera, recuperar la confianza y arreglar nuestros “defectos”.
Miércoles:
Me alegró recibir su llamada muy temprano (como en los viejos tiempos), hicimos planes de almorzar en su casa. Él preparó una deliciosa ensalada de verduras frescas con hamburguesa. Tímidamente rozamos nuestras manos. Al final, terminamos haciendo el amor en su habitación. Luego no dijimos nada, o al menos yo no quería escuchar nada, solo nos besamos.
Jueves:
¿Por qué no volver con él si lo quiero? No puedo verlo como un amigo porque seria engañarme. Leí un mensaje en el Facebook, diciendo que yo estaba inubicable, le respondí a las horas, teníamos que hablar.
Viernes:
Conversamos sobre las cosas que estaban pasando, le dije que los amigos no tienen relaciones sexuales, entonces él me dijo que volviéramos, le dije que no. Que él no confiaba en mí, que fue por eso que terminamos, se dejo llevar por sus amigos y que dudo de mí más de una vez. Si ambos demostramos que hay confianza entre nosotros, regresaríamos. Mientras, solo seriamos amigos sin derecho a nada.
Sábado:
Pasó a buscarme a casa, quería que lo acompañara a comprar un regalo para su abuelita. Luego de escoger el regalo, nos tomamos unos frappés y luego me fue llevando a casa, antes de bajar del auto, él besó mi mejilla y mi mejilla acogió un poco de su calor.
Domingo:
¿Por qué no darnos una oportunidad de nuevo? Me volví a preguntar durante casi todo el día.
Lunes:
Lo planeado era volvernos a ver, un amigo me llamó, diciéndome que necesitaba verme, que era urgente, fui a verlo, luego de conversar con mi amigo, me percaté de la hora, no llegaría a tiempo, lo llamé contándole del problema, noté su voz extraña, me dijo que estaba bien, que nos veríamos a la hora que yo crea conveniente y colgó. Regresé a casa y me alisté, luego lo llame más de una vez y nunca me respondió.
Martes:
Lo encontré en el MSN y quise darle una disculpa por si le había molestado que cambiara la hora de vernos. Me dijo que las cosas estaban cambiando en mí, que yo no quería volver con él porque ahora estaba en coqueteos con mi amigo. Le expliqué que no era cierto, pero no me volvió a contestar en el MSN, y mucho menos mis llamadas y sms.
Miércoles:
¿Podemos hablar? Necesito hablar contigo. ¿De que quieres hablar? ¿De tu amiguito? No, de él no, quiero que hablemos de otras cosas. … (silencio, no más respuestas).
Jueves:
Aun no amanecía del todo y mi celular timbraba, contesté la llamada, era él, estaba ebrio, dijo que me quería pero que no deseaba ser el “adornado”, dijo muchas cosas, yo solo escuchaba y no pude evitar derramar algunas lágrimas. Ese no era el Beto que yo conocía, del cual me enamoré (ahora dudo que me haya enamorado). Antes de cortar, alzando la voz, me exigía que le responda, que le diga algo, no obtuvo respuesta mía y le corte e inmediatamente apague el celular.
Viernes, Sábado y Domingo:
No supe nada de él, los días habían pasado de lo más tranquilo, aunque me dolía un poco recordar todo lo que había pasado. En uno de esos días, me encontré por casualidad con uno de sus amigos, un tipo feo y atorrante, me saludo feliz de la vida, me preguntó como estaba, le dije que bien, a lo que dijo “pensé que te sentirías pésimo por las cosas que Beto te dijo la otra vez”, pregunté que si él estaba con Beto esa noche, me dijo “si, toda la noche”.
Lunes:
Fui a su casa, llevando conmigo las cosas que me había regalado días atrás, me atendió su mamá y él se sorprendió al verme, dijo que hablaríamos en su cuarto, ya en la habitación, sobre su cama deje los regalos. “¿Qué significa esto?” Me preguntó, “son tuyas, no las quiero… si, se que son regalos, pero no las quiero…”, luego de una ligera discusión, me fui de su casa.
Martes, Miércoles, Jueves, Viernes, Sábado y Domingo:
5:09PM. Sentado.
5:19 PM. Acostado.
8:54 PM. Alanis Morissette “That I would be good”.
10:37PM. Llorando?
Lunes:
Mi hermana “te buscan, es Beto”. Bajé y le pregunté que quería, a lo que respondió que necesitamos aclarar las cosas. Me pidió que seamos sinceros y que confiemos. Le volví a decir que entre mi amigo y yo no había nada, pero que él era libre de creer lo que quiera. Él me dijo que me creía, que las cosas mejorarán, le pedí que él sea sincero, lo noté nervioso, definitivamente algo no andaba bien, sin querer le dije “hace unos días me encontré con el estúpido de tu amigo, y me dijo que había estado contigo toda la noche”… silencio… “¿Qué más te dijo?”, “eso quiero que tu me aclares”.
Subí al departamento, no quise entrar, solo me quedé en la escalera que lleva a la azotea, él se había acostado con su atorrante amigo esa noche, esa maldita noche en la que él todo ofendido me llamo para decirme todas las estupideces que se le vino a la mente.
Martes:
“Perdóname”, decía en el sms que me había escrito, “Hablemos, ¿si?”. A lo que le respondí “JÓDETE”.
Miércoles:
Hoy amanecí y dije que no lo querría más, aunque lo quiero, me reprimo. Debería de llorar (pienso), no, los chicos grandes no lloran.
jueves, 25 de marzo de 2010
martes, 9 de marzo de 2010
SIN UN MAÑANA.
Abrí los ojos, no quería levantarme, estiré el brazo y busqué el despertador, sonaba y sonaba, cuando ya lo había encontrado, lo apagué, cerré los ojos, deseaba tanto seguir durmiendo pero sabia que era imposible, esperaría un poco para que mi madre entre a mi cuarto y me despierte con su voz asustada, mientras, cerré los ojos de nuevo…
A lo lejos podía escuchar un zumbido, no, no era un zumbido, era como un timbre, una alarma… ¿alarma? Abrí los ojos y me di cuenta que era el despertador el que sonaba ¿No lo había apagado ya? Luego de “volverlo” a apagar, me senté sobre la cama ¿Acaso mi mamá no pensaba entrar a darme el gritón de todas las mañanas? Me levanté, caminé descalzo por el pequeño pasillo que me lleva al cuarto de mi mamá, noté que el día aun no estaba del todo claro, ignore ese detalle y abrí la puerta del cuarto de mi mamá y grande fue mi sorpresa al darme cuenta que ella no estaba acostada, la cama estaba desordenada “tal vez este en su baño” pensé. Acerque un poco la cabeza a la puerta para oír si se estaba bañando, no, no había ningún ruido, di unos toques a la puerta de madera y al no obtener respuesta decidí abrir de par en par la puerta, el baño estaba vacío, no estaba mi mamá, el caño del lavadero goteaba, había papel higiénico tirado sobre la mayólica, luego de cerrar el caño, Salí del cuarto y fui al de mi hermana, tampoco estaba.
Salí a la sala y vi que la tele estaba encendida, no oía a mi madre ni a mi hermana ¿Dónde diablos estaban? ¿Habría pasado algo? No, era imposible, para eso me hubiesen avisado para que yo las lleve. Apagué la tele y fui a la cocina, sobre el lavadero habían platos, tazas, vasos y cubiertos sucios ¡era un asco! Abrí el caño para que el agua lograse quitar un poco los restos de comida, varias moscas salieron volando del interior del lavadero. No, definitivamente yo no iba a lavarlos, recordé que a mi no me tocaba lavar los servicios del día anterior. Fui a bañarme.
Baje las escaleras y traté de encender el auto ¡maldición! El auto no encendía, cerré la puerta del auto con fuerza, ahora tendría que irme en combi. Miré hacia el cielo y no había rastro del sol, estaba casi oscuro, un grupo de palomas pasó volando muy cerca de mi cabeza. Era una mañana muy extraña, sentí miedo, pero no tenia porque temerle. Salí de la cochera y caminé por la calle desierta… ¿desierta? Si, eso pensé pero cuando doble la esquina ya no lo era. Toda la gente a mí alrededor era conocida, no sabía en realidad sus nombres, no sabia si había yo conversado con ellos alguna vez en mi vida, pero todos me resultaban conocidos. Era muy curioso, todos sonreían… ¿y por qué el día estaba oscuro? Tenia que haber salido el sol muy temprano. Llegue al paradero, vi una cartuchera tirada en el suelo, me agaché a recogerlo, unos zapatitos negros se detuvieron cerca a mi, levanté la mirada y vi a un niño, cabellos negros oscuros y lacios, serio, sin expresión alguna de alegría, le pregunté si era de él y solo estiro su brazo con la mano abierta para que se lo entregara, así lo hice e inmediatamente el niño regresó al lado de su madre, ella me sonreía e hizo un gesto de agradecimiento, volví a mirar al niño, no me quitaba los ojos de encima, pero hacia un contraste con quien era su madre, el niño no sonreía, me miraba serio, parecía amargado, trate de ignorarlo, pero fue imposible, algo me llamaba la atención en ese niño. Una combi se estacionó muy cerca a donde yo estaba parado, apresuré el paso para poder subir primero, me sentí ridículo al hacerlo y a la vez extrañado, todos subían sonrientes y muy tranquilos, nadie corría ni empujaban por subir a una combi.
Definitivamente algo no andaba bien, era un extraño día. Sin querer desvíe la mirada hacia donde estaba yo hace un rato parado, el niño con su madre permanecían aun ahí. El niño me miraba, tímidamente le dije “chau” con la mano y él, pude leer sus labios, me dijo “sin un mañana”.
¡Que niño para más extraño! La combi empezó andar, el cobrador hizó lo que es rutina en él, cobrar los pasajes, saque de mi bolsillo una moneda de ¡¿3 soles?! … ¿Hasta donde? Me preguntó y al verlo, él estaba sonriente… ¿A dónde voy? Me pregunté para mi mismo, no sabia a donde iba, no estoy trabajando ni estudiando ¿Por qué me levanté tan temprano? ¿Por qué he tomado esta combi cuando ni se a donde lleva? Un señor que estaba sentado a mi costado me dijo, con una voz gruesa y seca “nadie en este transporte público sabe con exactitud a donde va”. ¡Viejo loco! Yo solo quería bajarme de esa combi y regresar a casa. Mi celular vibraba en el bolsillo derecho de mi pantalón, lo saque rápidamente, en la pantalla del celular salía el nombre “hogar dulce hogar”, era de mi casa, fácil era mi mamá quien me llamaba, iba a contestar…
.....
De lejos podía ver una combi destrozada, habían pequeños riachuelos de sangre por toda la pista, yo estaba sentado sobre la vereda, me puse de pie y caminé hasta el lugar, mis pies estaban fríos, estaba descalzo, no podía creer que estuviese viendo tantos cuerpos sin vida regados en la pista, nunca antes había visto algo así, no había nadie, solo yo. Mire a mi alrededor, alguien tenia que llamar a los bomberos, ambulancias, policías ¡Alguien tiene que ayudar! Fácil y hay gente viva. Metí mi mano al bolsillo del pantalón, buscaba mi celular y no lo encontré, lo busqué en el otro bolsillo y nada.
A unos cuantos metros de mi, había un celular sobre la pista, se parecía mucho al mío, camine rápido para ver si funcionaba y poder llamar a emergencias, lo recogí y cuando iba a marcar, me vi tirado en la pista, tenia la cabeza ensangrentada, uno de mis brazos estaba doblado, como si fuese un muñeco de trapo, no, eso era imposible ¿Cómo podía estar ahí si yo estaba vivo? Volví a mirar a mi alrededor y no había nadie, sentí miedo, me acerqué lentamente al cuerpo que era mío, no, eso no podía estarme pasando. Retrocedí y corrí, quería llegar a casa.
El día seguía oscuro, lloraba, nunca en mi vida había sentido tanto miedo. Solo quería estar en casa, no sabia en que calle estaba, no conocía esas calles, todas las casas eran viejas y sin color, el cielo gris, no había nadie, tropecé y caí. El golpe fue duro.
Me arrodillé y con los ojos cerrados me sobé la frente, me dolían también las rodillas, abrí los ojos y vi una pared azul frente a mí, a mi izquierda había una puerta de madera oscura y a mi derecha una cama… ¡Estaba en mi habitación!
Salí y fui al cuarto de mi mamá y ella estaba durmiendo, luego al cuarto de mi hermana y también dormía, Salí a la sala y todo estaba bien y ordenado como siempre, la cocina limpia y el día no estaba oscuro, sonreí, todo había sido una pesadilla. Regresé a la cama, aun me dolía la frente y las rodillas, pero no me importaba, estaba vivo y todo ese día extraño y horrible no había sido más que una pesadilla. Cerré los ojos, no quería dormir, solo quería descansar, estaba agitado y cansado… abrí los ojos cuando escuche la alarma del despertador, me senté sobre la cama y lo apagué, noté que el día se había vuelto a oscurecer, no, no podía pasar de nuevo, en la puerta de mi habitación había alguien, no lo identificaba, ese lado estaba oscuro, lentamente ese alguien caminó hacia mi…
Era el niño que había visto en mi pesadilla.
A lo lejos podía escuchar un zumbido, no, no era un zumbido, era como un timbre, una alarma… ¿alarma? Abrí los ojos y me di cuenta que era el despertador el que sonaba ¿No lo había apagado ya? Luego de “volverlo” a apagar, me senté sobre la cama ¿Acaso mi mamá no pensaba entrar a darme el gritón de todas las mañanas? Me levanté, caminé descalzo por el pequeño pasillo que me lleva al cuarto de mi mamá, noté que el día aun no estaba del todo claro, ignore ese detalle y abrí la puerta del cuarto de mi mamá y grande fue mi sorpresa al darme cuenta que ella no estaba acostada, la cama estaba desordenada “tal vez este en su baño” pensé. Acerque un poco la cabeza a la puerta para oír si se estaba bañando, no, no había ningún ruido, di unos toques a la puerta de madera y al no obtener respuesta decidí abrir de par en par la puerta, el baño estaba vacío, no estaba mi mamá, el caño del lavadero goteaba, había papel higiénico tirado sobre la mayólica, luego de cerrar el caño, Salí del cuarto y fui al de mi hermana, tampoco estaba.
Salí a la sala y vi que la tele estaba encendida, no oía a mi madre ni a mi hermana ¿Dónde diablos estaban? ¿Habría pasado algo? No, era imposible, para eso me hubiesen avisado para que yo las lleve. Apagué la tele y fui a la cocina, sobre el lavadero habían platos, tazas, vasos y cubiertos sucios ¡era un asco! Abrí el caño para que el agua lograse quitar un poco los restos de comida, varias moscas salieron volando del interior del lavadero. No, definitivamente yo no iba a lavarlos, recordé que a mi no me tocaba lavar los servicios del día anterior. Fui a bañarme.
Baje las escaleras y traté de encender el auto ¡maldición! El auto no encendía, cerré la puerta del auto con fuerza, ahora tendría que irme en combi. Miré hacia el cielo y no había rastro del sol, estaba casi oscuro, un grupo de palomas pasó volando muy cerca de mi cabeza. Era una mañana muy extraña, sentí miedo, pero no tenia porque temerle. Salí de la cochera y caminé por la calle desierta… ¿desierta? Si, eso pensé pero cuando doble la esquina ya no lo era. Toda la gente a mí alrededor era conocida, no sabía en realidad sus nombres, no sabia si había yo conversado con ellos alguna vez en mi vida, pero todos me resultaban conocidos. Era muy curioso, todos sonreían… ¿y por qué el día estaba oscuro? Tenia que haber salido el sol muy temprano. Llegue al paradero, vi una cartuchera tirada en el suelo, me agaché a recogerlo, unos zapatitos negros se detuvieron cerca a mi, levanté la mirada y vi a un niño, cabellos negros oscuros y lacios, serio, sin expresión alguna de alegría, le pregunté si era de él y solo estiro su brazo con la mano abierta para que se lo entregara, así lo hice e inmediatamente el niño regresó al lado de su madre, ella me sonreía e hizo un gesto de agradecimiento, volví a mirar al niño, no me quitaba los ojos de encima, pero hacia un contraste con quien era su madre, el niño no sonreía, me miraba serio, parecía amargado, trate de ignorarlo, pero fue imposible, algo me llamaba la atención en ese niño. Una combi se estacionó muy cerca a donde yo estaba parado, apresuré el paso para poder subir primero, me sentí ridículo al hacerlo y a la vez extrañado, todos subían sonrientes y muy tranquilos, nadie corría ni empujaban por subir a una combi.
Definitivamente algo no andaba bien, era un extraño día. Sin querer desvíe la mirada hacia donde estaba yo hace un rato parado, el niño con su madre permanecían aun ahí. El niño me miraba, tímidamente le dije “chau” con la mano y él, pude leer sus labios, me dijo “sin un mañana”.
¡Que niño para más extraño! La combi empezó andar, el cobrador hizó lo que es rutina en él, cobrar los pasajes, saque de mi bolsillo una moneda de ¡¿3 soles?! … ¿Hasta donde? Me preguntó y al verlo, él estaba sonriente… ¿A dónde voy? Me pregunté para mi mismo, no sabia a donde iba, no estoy trabajando ni estudiando ¿Por qué me levanté tan temprano? ¿Por qué he tomado esta combi cuando ni se a donde lleva? Un señor que estaba sentado a mi costado me dijo, con una voz gruesa y seca “nadie en este transporte público sabe con exactitud a donde va”. ¡Viejo loco! Yo solo quería bajarme de esa combi y regresar a casa. Mi celular vibraba en el bolsillo derecho de mi pantalón, lo saque rápidamente, en la pantalla del celular salía el nombre “hogar dulce hogar”, era de mi casa, fácil era mi mamá quien me llamaba, iba a contestar…
.....
De lejos podía ver una combi destrozada, habían pequeños riachuelos de sangre por toda la pista, yo estaba sentado sobre la vereda, me puse de pie y caminé hasta el lugar, mis pies estaban fríos, estaba descalzo, no podía creer que estuviese viendo tantos cuerpos sin vida regados en la pista, nunca antes había visto algo así, no había nadie, solo yo. Mire a mi alrededor, alguien tenia que llamar a los bomberos, ambulancias, policías ¡Alguien tiene que ayudar! Fácil y hay gente viva. Metí mi mano al bolsillo del pantalón, buscaba mi celular y no lo encontré, lo busqué en el otro bolsillo y nada.
A unos cuantos metros de mi, había un celular sobre la pista, se parecía mucho al mío, camine rápido para ver si funcionaba y poder llamar a emergencias, lo recogí y cuando iba a marcar, me vi tirado en la pista, tenia la cabeza ensangrentada, uno de mis brazos estaba doblado, como si fuese un muñeco de trapo, no, eso era imposible ¿Cómo podía estar ahí si yo estaba vivo? Volví a mirar a mi alrededor y no había nadie, sentí miedo, me acerqué lentamente al cuerpo que era mío, no, eso no podía estarme pasando. Retrocedí y corrí, quería llegar a casa.
El día seguía oscuro, lloraba, nunca en mi vida había sentido tanto miedo. Solo quería estar en casa, no sabia en que calle estaba, no conocía esas calles, todas las casas eran viejas y sin color, el cielo gris, no había nadie, tropecé y caí. El golpe fue duro.
Me arrodillé y con los ojos cerrados me sobé la frente, me dolían también las rodillas, abrí los ojos y vi una pared azul frente a mí, a mi izquierda había una puerta de madera oscura y a mi derecha una cama… ¡Estaba en mi habitación!
Salí y fui al cuarto de mi mamá y ella estaba durmiendo, luego al cuarto de mi hermana y también dormía, Salí a la sala y todo estaba bien y ordenado como siempre, la cocina limpia y el día no estaba oscuro, sonreí, todo había sido una pesadilla. Regresé a la cama, aun me dolía la frente y las rodillas, pero no me importaba, estaba vivo y todo ese día extraño y horrible no había sido más que una pesadilla. Cerré los ojos, no quería dormir, solo quería descansar, estaba agitado y cansado… abrí los ojos cuando escuche la alarma del despertador, me senté sobre la cama y lo apagué, noté que el día se había vuelto a oscurecer, no, no podía pasar de nuevo, en la puerta de mi habitación había alguien, no lo identificaba, ese lado estaba oscuro, lentamente ese alguien caminó hacia mi…
Era el niño que había visto en mi pesadilla.
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