martes, 4 de octubre de 2011

LA PRIMERA. LA ÚLTIMA. LA PRIMERA DE MUCHAS MENTIRAS/VERDADES.



A los 17 soñaba mucho, demasiado diría yo, no estoy seguro si es lo normal, aunque creo que sí. Siempre he sido un soñador, pero los años se han encargado de que aprenda que soñar es bueno pero siempre y cuando esos sueños tengan fundamentos. Soñar por soñar, nunca es bueno. Es doloroso al final cuando te das cuenta que aquel sueño nunca se hará realidad y sientes frustración. Es triste, y duele mucho.

Ahora sueño, claro que sí, sueño con terminar mis proyectos que tengo en mente y con aquellos proyectos que empecé a realizarlos pero por X motivos no los he terminado. Sueño con conocer a ese hombre especial, aquel que me quiera por lo que soy, que se alegre con mis sueños, ilusiones, y cuando sea necesario, de una carajeada me ponga en mi lugar. Cuando le pida que se largue de mi vida me abrace y no me deje. Qué me ame.

A los 17 pensaba que llegar a los 27 era algo bastante distante, mientras podría decir siempre que hay cosas por experimentar, y si me equivocaba pues simplemente diría que es por mi falta de experiencia y que sería la última vez. Ahora, diez años después, experimentar no me da miedo, si me equivoco, lo haré con gusto, y prometer que será la última vez será mentir. Quiero hacer mucho y equivocarme mucho, pero disfrutarlo como se debe.

A los 17 la idea de llegar a los 20 no me agradaba, fácil y era el “temor tonto” de no querer dejar esa infancia que, según dicen, en los hombres es más difícil de dejar. Ahora a mis 27 años, llegar a los 30 no me da miedo. Miedo me dan otras cosas.

Uno de mis miedos más grandes es no tener dinero, y lo digo con toda la sinceridad del mundo, el dinero no compra la felicidad, dicen algunos, yo creo que compra una parte de ella. Puedo hablar de todo un poco, no sé mucho pero quiero aprender. No me da miedo decir “lo siento” como tampoco me da miedo decir “adiós”.

Me cuesta desprenderme de las personas y de las cosas a las que les tomo cariño y llego amar con el tiempo. Pero primero soy yo, luego los demás, algo que he aprendido hasta ahora es alejarme de todo aquello que no me dé lo que realmente necesito. Aunque a los días ande tristón.

Vivir pensando en gustarle a los demás es lo más tonto que una persona puede hacer. Lo digo por experiencia propia.

¿Cómo me veo de aquí a los 37? No sé, no tengo la más minima idea sobre eso. Solo sé que la casualidad no existe.