jueves, 23 de abril de 2009

¿QUÉ SABES TÚ DE UN SENTIMIENTO QUE POR MÍ NO INTENTAS COMPRENDER?

"Te di todo lo que soy, que falso fue nuestro amor,
No es la primera vez que vuelvo a comenzar,
Historias que no llevan a ningún lugar..."
Nomada





Nota:
Carta escrita en mi diario personal el 19 de enero del 2003 para "D.A".
Carta que nunca me atreví a enviarla.



No tuve otra opción que escucharte, eras como un ángel de la guarda, siempre pendiente de lo que pensaba y sentía, pensé que solo serias algo pasajero, siempre me pedías para vernos a horas no apropiadas, y me convencías, estaba allí como un tonto esperándote, hablábamos por horas, y siempre terminábamos con un “cuídate, soñare contigo”. Al día siguiente me llamabas al celular para saludarme, eras detallista y me encantaba, yo tonto pensé que te interesaba, yo te llamaba, y hablábamos de cualquier tema, lo único que me importaba era escuchar tu voz a cualquier hora del día.

Mi poca experiencia en el mundo me había vuelto un chico desconfiado y no quería amar, siempre había terminado mal, y llegaste tú y me demostraste que si era posible amar de nuevo, y te ame, y tú me hacías sentir querido, tenía un secreto que contar, pero no me atrevía, y tú me solías decir “anda, vamos, dímelo, te juro que no me importa tu pasado, solo me importa tu presente… y tu futuro conmigo”, y te creí. Te creí como un idiota, y te conté mi verdad, pensé que seguiríamos juntos… lo pensé… solo lo pensé… ¿y tú?... ¿qué hiciste?

¿A que no te importaba?, ¿no era eso lo que me decías siempre?, ¿y ahora donde estas?, dejaste de buscarme, dejaste de llamarme, dejaste de interesarte en mi, ¿sabes cuánto esperaba escuchar tu voz?, ¿lo sabes?, una vez te dije que me dejaras, eso fue antes de que todo esto empezara, pero tú no quisiste, no me dejaste, y yo tonto seguí. Ahora yo te pregunto, ¿Porqué no me dejaste libre aquella vez?, aprendí a vivir contigo, pertenecías a mi vida, te quise, y tú te alejaste sin darme una explicación, cuantas noches esperaba encontrarte, cuantos días esperaba escucharte, cuantas veces esperaba saber de ti, te llamaba y tú me respondías de una manera como si te molestara escucharme, no quería darme cuenta de que ya no te importaba, hasta que leí una carta, me explicabas tu comportamiento, pero ni aun así te entendía, me culpabas de todo.

Me duele saber eso, ¿y sabes por qué?, porque perdí minutos valiosos en ti, pero todo tiene sentido, ahora me doy cuenta de que esto me sirvió para darme cuenta que no siempre se puede confiar en cualquier extraño que aparezca frente a uno con cara de ángel. Solo tengo algo que decirte, algún día nos encontraremos, eso lo sé, y ese día no tendrás otra opción que explicarme ¿Qué fue lo que hice mal?

lunes, 20 de abril de 2009

DESPRECIO AL SILENCIO


"Es algo extraño tenerte a mi lado,
perderme en tus ojos,
sentir ese calor y entre tus brazos encontrar ilusión.
Y trato, intento abrir mi corazón,
es que no ves, no puede ser."
Aliados





Fue una tarde de reencuentro, era viernes, a eso de las 5pm, me encontraba en el Starbucks de la marina open plaza, había pedido como ya es costumbre mi Frappuccino de fresa con crema, estaba sentado en el sofá, leyendo un libro de cuentos de Hans Cristine Adams, cuando escuche un "¿kOkO? ¿Eres tú? ¡Hola!" Alcé la mirada, despegando los ojos de mi libro y lo vi. ¡Era él! era Miguel, un ex compañero de clases que no lo veía desde el año 2000, no lo podía creer. Sonreí, hablamos un buen rato de todo un poco, pero no tocamos el tema de lo que había sido lo nuestro en el pasado. El ya no es el mismo de aquella época, es decir, ha cambiado bastante, pero aun así sentí que había despertado algo en mí con su sola presencia. Luego de haber conversado por más de dos horas y de haber comprado un frappuccino mas para que la conversa siguiera y el, otro café. Nuestro encuentro llego a su fin, el tenía que irse, pero no sin antes prometernos que nos volveríamos a ver pronto, ya que aun teníamos harto de que conversar.

Tal vez preguntes a que llamo "nuestro pasado", y lo contare. Conocí a Miguel cuando entre al último año en el Cole, recuerdo ahora claramente cómo fue que lo conocí, yo había bajado las escaleras corriendo, me iba al baño, aprovechando que no había ningún profesor en el aula, al bajar, ahí estaba al pie de las escaleras! Estaba acompañado de un hombre mayor, que era su papá, me pregunto si conocía el aula 205, le dije que sí que yo estaba en esa clase, sonriendo me dijo si le podía enseñar donde quedaba, el se dio media vuelta pensando salir conmigo, le dije que no, que era en el segundo piso, el sonrío y se despidió de su papá.

Fue así como empezó nuestra amistad, todos los días nos encontrábamos antes que empiecen las clases en el patio, conversábamos y nos reíamos de cualquier cosa, cuando acababan las clases, nos íbamos juntos, nos hicimos grandes amigos.

Las cosas comenzaron a cambiar cuando él empezó a ser el "popular" de la escuela, no negare que siempre Miguel fue un chico guapo, era encantador, su sonrisa contagiaba, era algo alocado y decía lo que sentía y hacia lo que quería, era rebelde, yo era su otro lado, era quien lo detenía de algunas locuras que sabía que le traerían problemas, Miguel me ayudaba a arriesgarme, bueno, cuando Miguel se convirtió en el popular de la escuela, se fue alejando de mi, siempre andaba rodeado de chicas que lo invitaban a todas las fiestas, claro que a mí también me invitaban, pero siempre en segundo lugar, entonces decidí que lo mejor era que nos diéramos espacio, al fin y al cabo, tenía a mis viejas amistades, no podía depender de él, sabia en ese momento que Miguel no era un simple amigo, era más que eso, lo quería, y no como alguien que quiere a un amigo, lo quería mucho más que eso, pero por temor no me había atrevido a decírselo, y no pensaba tampoco hacérselo saber, ni loco me atrevería a perderlo, aunque para ese momento ya sentía que lo estaba perdiendo, me habían dicho que Miguel había tenido algunos "vacilones" con unas chicas de otras clases, sentía que los celos me carcomían, pero sabia disimularlo bien, o al menos lo intentaba.

Habían pasado semanas desde que me aleje de Miguel, una mañana, nos encontramos en el pasillo, pero esta vez, estábamos solos, habíamos llegado tarde aquel día, conversamos, me sentí bien a su lado, el estiro su brazo izquierdo y me abrazo, y juntando su cabeza a la mía me dijo en el oído "¿sabes que te he extrañado?" Lo mire sonriendo de nervios y cuando le iba a decir que yo también lo extrañaba que me moría por el todos los putos días, nos interrumpió Claudia, una compañera de ambos. Se incorporo a nosotros y no dejaba de hablar, me fui alejando de ellos, él me miraba, notaba que quería de algún modo alejarse de ella, pero era más que imposible, ella era como un chicle en la suela del zapato, o peor aún, era como el chicle pegado en tu cabello, recogí mi mochila del suelo y me dispuse a bajar las escaleras, pero antes de bajar, le dije a Miguel "yo también", y baje.

Entre al baño, pensaba y quería que él me siguiera en ese momento, pero no, no llego, al día siguiente, lo volví a ver rodeado de personas, me sentía mal ese día por un resfriado, estaba solo con un libro en las manos, tratando de concentrarme, pero era más que imposible, no podía evitar mirarlo, el me clavo su mirada, una mirada de reclamo, y yo me quede inmóvil, sin saber qué hacer, cerré el libro y entre al aula, dispuesto a sentarme en mi lugar y esperar a que pase el tiempo. Y llego, como si hubiese entendido mi "anhelo", sonriendo me dijo que nos iríamos de la clase, que sabia como escapar del colegio sin que nadie se diera cuenta. No quise aceptar en ese momento, pero al final acepte, agarre mis cosas y salimos juntos, bajamos las escaleras corriendo, entramos al patio chico que quedaba al fondo de toda la escuela, trepamos una pared y saltamos a la calle, nunca pensé que fuese fácil escapar de esa manera. Corrimos riéndonos y eufóricos.

Llegamos a un parque, nos sentamos, cansados, el se acerco a una señora que estaba regando las plantas y le pidió que le regalara agua, se mojo sus cabellos y yo hice lo mismo. Luego nos sentamos en el pasto, riéndonos como dos tontos de lo que habíamos hecho, armamos una conversación que no tenía sentido, era difícil esa conversación, pero lo logramos, al final lo armamos y lo disfrutamos. Fue así que hicimos el desprecio al silencio, nos perdimos, o al menos yo me perdí. El me hablaba de cosas que decía haber hecho, yo reía, no me importaba que todo lo que me contaba no tenía sentido, estaba con él, lo miraba sonreír, veía como se rascaba las mejillas con fuerza y se las ponía rojas, su cabello ondulado y alborotado, era el ser más bello que había visto en mi vida, era mi Miguel.

Le propuse que compráramos unos helados, que me moría de hambre, me dijo que me había olvidado de mi resfriado, le conteste que ya me había sanado milagrosamente con la escapada, compramos los helados, y nos propusimos a seguir caminando. Todo pasó tan lento y tan torpe a la vez, torpe porque no teníamos conversación que hacer, hablábamos de todo un poco, y los temas ya se nos habían acabado, nos burlábamos de las personas que pasaban cerca. Cansados decidimos sentarnos en el pasto de un jardín.

Toda una descripción detallada para decir que roce su mano con la mía por unos instantes mágicos que me restauraron el alma, hasta que levanto la mirada y vio que nos podían estar viendo y me soltó y entonces me sentí idiota, porque a mi si poco me importaba todo, no sabes cómo me sentí, en esos momentos yo me hubiera quedado en ese roce perdido por horas, pero me soltó. Quería ahora sí que ese momento llegara a su fin. Terminamos con pocos ánimos, cada uno se retiro a sus casas, y llore, sonara tonto pero así fue, sentía que había cometido un error y que la culpa era toda mía.

Al día siguiente llegue temprano, las clases habían empezado y el no llegaba, luego de un buen rato, vi su rostro en la pequeña ventana de la puerta y me hizo un gesto para que saliera del aula, pedí permiso al baño y salí, le pregunte qué pasaba, me agarro del brazo y nos fuimos al baño, verifico que no hubiese nadie, yo no entendía que estaba pasando, o me quería hacer el tonto ese momento, luego, se acerco a mí, y nos metimos a unos de los cuartitos donde está el inodoro y cerrando la puerta me beso, nos besamos, me dijo que no sabía lo que estaba sintiendo, ni lo que estaba haciendo y mucho menos lo que iba a pasar con nosotros mañana, pero sabía que quería hacerlo, lo abrace, el tímidamente me abrazo, le dije que lo quería, el no me dijo nada, nos volvimos a besar, antes de despedirnos, me dijo que lo perdonara, le pregunte ¿perdonar qué?, pero no me respondió, salí lentamente del baño, emocionado.

A la hora del recreo, quise acercarme a él, pero como siempre estaba rodeado de gente. Quería estar a su lado, pero fue inútil, a la hora de salida vi que se iba con Claudia, la tristeza me inundo, pero no podía hacer nada, al día siguiente, todo seguía como si nada hubiese pasado, a la hora del recreo, en el patio, me entero por la propia Claudia que Miguel y ella ya eran enamorados, el me miraba y sonreía avergonzadamente, Claudia estaba emocionadísima con todo eso, se veía que lo quería, los felicite y reí con ellos, luego me fui al baño, tenia sentimientos encontrados, rabia, dolor, frustración, no sabía que sentía y que hacer, luego, me moje la cara, y por el espejo vi que Miguel estaba de pie mirándome.

- ¿Era eso que quería que te perdonara? - le pregunte

- Si... yo no soy maricon, por eso quería que me perdonaras - me respondió estúpidamente

- ¿Maricon?... ¿y porque me besaste ayer? ¿Querías comprobar si eras o no eras?

- Sí, me sentía extraño cuando estaba contigo, además, cuando me tocaste la mano ayer, sentí una electricidad en mi cuerpo que nunca lo sentí antes, por eso quería comprobar si realmente estaba pasando algo conmigo

- Mientras yo te besaba como un estúpido, tu sentías asco de mi

- ¡No! ¡Nada de eso!

- ¿Entonces Miguel? ¡Explícate!

- Yo te quiero kOkO... te quiero, de verdad que te quiero... pero a mí me han criado de una manera que nunca me podrían perdonar que sintiera cosas por ti o por cualquier otro chico... Lo menos que quiero es lastimarte

- ¡Es por eso!... ¡¿tú crees que yo me siento bien con lo que estoy sintiendo?! ¡No entiendo mis sentimientos! ¡Lo único que sé, es que te quiero como nunca he querido a nadie!

- Perdóname.

Las cosas cambiaron desde ese día, nos alejamos por completo, lamentablemente no pudimos rescatar nuestra amistad, nos saludábamos y reíamos en grupo, pero ya nunca más volvimos a estar a solas, y cuando eso sucedía, nos sentíamos incómodos, cuando terminamos el Colegio, y en nuestro viaje de promoción, éramos simplemente dos compañeros.

Fue así que termino "lo nuestro", al salir del Cole, lo volví a ver unas dos veces y siempre era un "hola como estas?", es por eso que ayer, cuando lo volví a ver, sentí cosas que me hicieron recordar todo lo que he contado, dice que nos volveremos a ver, espero que así sea, hay cosas que quiero aclarar con él, para cerrar ese capítulo, él ahora no está con Claudia, me contó que duraron algo más de un año pero que se canso de sus tonterías, y que ahora está solo.

miércoles, 15 de abril de 2009

FUI HECHO NO PARA VER LA LUZ, SINO PARA VER SOLAMENTE LAS COSAS QUE LA LUZ ILUMINA

















Un día salí de casa demasiado temprano para mi gusto. Madrugar excesivamente suele ser contraproducente. Es como intentar vivir más de la cuenta. Como intentar ser un pájaro libre habiendo estado enjaulado toda la vida.
Bueno, el caso es que un día madrugué una barbaridad, y me duché y el agua despertó mi alma y los ojos no acababan de enfocar, y me vestí...
La escalera no parecía el mismo en aquella madrugada. Las barandas estaban ligeramente difuminadas, a juego con la creciente sensación de pesadilla.
Al llegar a la salida, observé entre la niebla que alguien se había llevado algo durante la noche. De hecho no sólo faltaba la puerta, sino también todo el portón de la cochera.
Lo primero que mis pies sintieron al tocar la calle fue que la vereda había desaparecido. Las obras de la ciudad parecían no tener fin, pero... ¿y esa oscuridad absoluta?.
Al parecer también había apagón, pues los postes de luz no funcionaban. De hecho no parecía haber rastro de fuentes de luz reconocibles o cotidianas. Oscuridad total. Perfecto, me dije. Ojalá no haya desaparecido también el auto.
Respiré profundamente y descubrí que el aire no sabía a contaminación como todos los días. En medio de la oscuridad el ambiente estaba limpio. No había camino, no había veredas, no había luz. Los semáforos también se habían evaporado.
De repente advertí que no había ruidos. Ni rastro de autos, combis, personas, ni el cotidiano ladrido de los perros. La sensación de estar perdido en la nada empezó a ser demasiado insoportable, Me había perdido. Toda referencia anterior había sido eliminada durante la noche.
Pasaron unos minutos y decidí dejar de caminar. Tenía demasiado sueño como para continuar, poco a poco fui viendo una luz que venia desde el fondo de lo que era la calle, era una luz que venia de una manera llamativa, gracias a esa luz, pude darme cuenta de que no estaba en la calle, estaba todo el tiempo en casa.
Después cerré los ojos y retomé el sueño, Mientras perdía el conocimiento, unas voces comenzaron a cantar. Lo más sensato era seguir durmiendo hasta que alguien pusiera las cosas en su lugar.

martes, 14 de abril de 2009

EN MEDIO DE ESTA DECEPCIÓN

"Bueno, puede que nunca seas o tengas marido,
puede que nunca tengas o abraces un niño.
Aprenderás a perderlo todo."
Alanis Morissette




Siempre supe que eras extraño, y te lo dije siempre, eras mi mejor amigo, un amigo a quien siempre quise, un amigo en quien siempre pude confiar, aunque solías ser callado, pero con unas cuantas palabras me decías todo, y yo reía, reía al verte como querías descifrar la vida, siempre me solías decir que la sociedad te apestaba, que si por ti fuera, te irías de este mundo, idea que compartia contigo, pero yo era mas conciente y siempre fui algo así como tu abogado, o tu pensador, o tal vez tu conciencia, y tu siempre fuiste como mi otro yo, el que se atrevía decir las cosas tal y como eran.
Ha pasado el tiempo y ahora estamos algo distanciados, ya no compartimos muchas cosas, y ya no somos los chicos que les gustaban descifrar los misterios de la vida, ahora comprendemos que las cosas no son como creíamos.
Ahora sueño con volver el tiempo y compartir mas cosas, cosas que dejamos atrás, y que por temor no nos atrevimos hacer, una vez me dijiste que siempre estaríamos unidos de alguna manera u otra, y aun lo sigo creyendo, hace pocos días que nos vimos, y te note extraño, tal vez serian los problemas, trate de no hacer mucho caso al asunto, empezamos a conversar del pasado, no eras el mismo, te pregunte lo que te pasaba, y me dijiste que te irías lejos, quise preguntarte mas, pero no me lo permitiste, solo me dijiste “siempre estaremos en medio de esta decepción”, y sin mas te marchaste, dejándome con miles de preguntas, preguntas sin respuestas.
Ahora pienso en esos momentos los cuales compartimos, fueron tantas cosas, han pasado algunos días desde que tuvimos esa ultima conversación, y aun tengo el sabor amargo de tu ausencia, ¿Por qué te fuiste sin decirme la verdad?, siempre tuviste miedo de lo que sentías y de lo que querías, siempre lo supe, siempre supe que esto seria difícil para ambos, pero me arriesgue a seguir, y tu, te dejaste llevar, ahora que ya no estas, no puedo dejar de pensar en lo que me dijiste “siempre estaremos en medio de esta decepción”, y lo creo, pero lo hubiéramos enfrentado juntos, pero ahora, ya no estas, solo quedan tus recuerdos, contigo aprendí a vivir, a sentir, a querer, fuiste el primero a quien ame, me ilusionare con otros, pero olvidarte y compararte, jamás, solo quiero que sepas ahora que mi corazón ira contigo, a donde quiera que vayas.

martes, 7 de abril de 2009

RECORDANDO VIEJOS TIEMPOS ME ACORDÉ DE ALGO

Fue contigo con quien decidí jugar este juego, y tu decidiste también jugarlo conmigo, fue contigo que decidí danzar en el tiempo, fue contigo con quien encontré un refugio curioso a mis miradas, una respuesta curiosa a mis dudas.

Recuerdo que los días solían ser aburridos, que odiaba a los salseritos y chicheritos, que me sentía vacío y sin esperanza, y ni siquiera me sentía feliz con la música que me gustaba, yo sólo fui casual y empecé a abrir en mi corazón la opción del perdón.

Y curiosamente, allí apareciste, me incitaste con tus ojos, y yo huí cual prófugo cobarde, a refugiarme en la inercia, a regocijarme en lo tranquilo, pero tú no cesaste, me observaste pasivamente y sin quererlo una coincidencia me volvió a poner frente a tus ojos.

Te arriesgaste, o tal vez sólo hiciste una inteligente jugada, la necesaria para que yo me percatara de que había estado en tu juego sin saberlo por un buen tiempo, sin percatarme, intacto, inmóvil, tranquilo, pasivo, y no reconocido.

Aprendimos los pasos del desprecio al aburrimiento, encontramos en nuestras almas un divino secreto preso por los barrotes de nuestros cuerpos y nos dispusimos a liberarlos, quisimos aniquilar nuestros miedos y derrochar placeres pecaminosos por el tiempo, librar de sus condenas a nuestros demonios secretos, que exigían saciar su sed de pasiones paganas.

Los días de la locura y el ardor una llama insaciable de anhelos reprimidos, condenados a la prisión del alma, tuya y mía.

Me invadió la desesperación, me desesperé de verte día tras día en secreto y con miedo de que nos descubrieran.

Nos anhelábamos pero no decíamos nada ni hacíamos nada porque nos faltaba la certeza, porque era complicado pretender que entendíamos la situación cuando nada estaba dicho, simplemente las cosas estaban hechas, y las miradas dirigidas en secreto nos evidenciaban en ocasiones escasas el deseo.

cuando por fin supe que hacer me dio miedo, te perseguí sin disimulo por una semana, y tú parecías no haberlo notado, y en el instante final, cuando el ruido hacía desagradable el ambiente, cuando al rededor de ti no había sino preguntas y confusión, yo sentí unos nervios increíbles, las manos me temblaron pero fui donde ti, con esa cara de puño que siempre pongo por los nervios, te tomé del hombro, te jalé hacía mí con cuidado, te hice la pregunta y ante la curiosa mirada que me dirigiste sentí un pavor gigantesco de haberme equivocado contigo, así que di mi sentencia y miré hacia otro lado, tal vez esperando a que me dijeras simplemente gracias, pero tú no sólo me dijiste gracias, sólo tu sabes lo que hiciste, y aunque me fugué por el pasmo y los nervios prematuramente y me perdí de tu abrazo, también fui inmensamente feliz.