martes, 7 de abril de 2009

RECORDANDO VIEJOS TIEMPOS ME ACORDÉ DE ALGO

Fue contigo con quien decidí jugar este juego, y tu decidiste también jugarlo conmigo, fue contigo que decidí danzar en el tiempo, fue contigo con quien encontré un refugio curioso a mis miradas, una respuesta curiosa a mis dudas.

Recuerdo que los días solían ser aburridos, que odiaba a los salseritos y chicheritos, que me sentía vacío y sin esperanza, y ni siquiera me sentía feliz con la música que me gustaba, yo sólo fui casual y empecé a abrir en mi corazón la opción del perdón.

Y curiosamente, allí apareciste, me incitaste con tus ojos, y yo huí cual prófugo cobarde, a refugiarme en la inercia, a regocijarme en lo tranquilo, pero tú no cesaste, me observaste pasivamente y sin quererlo una coincidencia me volvió a poner frente a tus ojos.

Te arriesgaste, o tal vez sólo hiciste una inteligente jugada, la necesaria para que yo me percatara de que había estado en tu juego sin saberlo por un buen tiempo, sin percatarme, intacto, inmóvil, tranquilo, pasivo, y no reconocido.

Aprendimos los pasos del desprecio al aburrimiento, encontramos en nuestras almas un divino secreto preso por los barrotes de nuestros cuerpos y nos dispusimos a liberarlos, quisimos aniquilar nuestros miedos y derrochar placeres pecaminosos por el tiempo, librar de sus condenas a nuestros demonios secretos, que exigían saciar su sed de pasiones paganas.

Los días de la locura y el ardor una llama insaciable de anhelos reprimidos, condenados a la prisión del alma, tuya y mía.

Me invadió la desesperación, me desesperé de verte día tras día en secreto y con miedo de que nos descubrieran.

Nos anhelábamos pero no decíamos nada ni hacíamos nada porque nos faltaba la certeza, porque era complicado pretender que entendíamos la situación cuando nada estaba dicho, simplemente las cosas estaban hechas, y las miradas dirigidas en secreto nos evidenciaban en ocasiones escasas el deseo.

cuando por fin supe que hacer me dio miedo, te perseguí sin disimulo por una semana, y tú parecías no haberlo notado, y en el instante final, cuando el ruido hacía desagradable el ambiente, cuando al rededor de ti no había sino preguntas y confusión, yo sentí unos nervios increíbles, las manos me temblaron pero fui donde ti, con esa cara de puño que siempre pongo por los nervios, te tomé del hombro, te jalé hacía mí con cuidado, te hice la pregunta y ante la curiosa mirada que me dirigiste sentí un pavor gigantesco de haberme equivocado contigo, así que di mi sentencia y miré hacia otro lado, tal vez esperando a que me dijeras simplemente gracias, pero tú no sólo me dijiste gracias, sólo tu sabes lo que hiciste, y aunque me fugué por el pasmo y los nervios prematuramente y me perdí de tu abrazo, también fui inmensamente feliz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

eres del centro de la fotografia?
muy bueno el blog. espero q sigas escribiendo cosas buenas. saludos.

kOkO dijo...

aish. me conoces? jejeje..